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Despejado
4 de agosto de 2022
Antonio Ferreira se dedicaba a un oficio casi desaparecido en Merlo, hasta que un auto lo chocó y tuvieron que amputarle una pierna. Reinició su vida en Mendoza vendiendo limones y hoy volvió a hacer el trabajo que más ama.
La historia de Antonio Ferreira habla de resiliencia. El oriundo de la provincia de Buenos Aires se las rebuscó toda la vida para sobrevivir. Trabajó en la calle, vendió patys en los recitales, gaseosas en el tren y en verano iba a ganarse el pan a la costa argentina. La calle lo apadrinó y en ella encontró un oficio que hoy está casi desaparecido: afilar cuchillos.
Se dedicó durante 17 años a afilar cuchillos para alimentar a sus hijos. Desde su Merlo natal viajó por todas las líneas de tren para trabajar del oficio que siempre amó. Iba casa por casa con el típico silbato de los afiladores, preguntándole a la gente si podía arreglarle alguna herramienta. “Cuchillas, tijeras, palas, machetes, afilo lo que sea”, le contó a TN.